La fundación de una vida espiritual es la pureza; pureza en la forma de honestidad, lealtad, limpieza interior y verdad en cada acto de nuestra vida.
Para trabajar en ello doy punto final al pensar desperdiciable, a ver o hablar inutilidades, a perder el tiempo en acciones superficiales.
Cuando esta fundación es fuerte hay la experiencia constante de felicidad y paz.
Con firme determinación