Nadie debería provocarle a otro ser algún tipo de tristeza o dolor.
Nuestros pensamientos, palabras y actos tendrían que ser tales que solo infundiesen fuerza, paz y alegría.
El único propósito de relacionarnos unos con otros es dar felicidad y recibir felicidad. Me enfoco en ello, partiendo por mi propio ser.
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