A veces las personas piensan que, en el camino espiritual, la verdadera liberación es abandonar totalmente el mundo y su gente. Sin embargo, la verdadera libertad no es rechazar al mundo por considerarlo negativo o ilusorio sino verlo tal como es, vivir en él y cambiarlo donde podamos, a través de nuestra conciencia espiritual. Muchas cosas no son malas por sí mismas, pero el uso que se les da es erróneo ya que la conciencia que hay detrás es el egoísmo. Por ejemplo, no hay nada de malo con el dinero o la ciencia, pero cuando hay avaricia, ego, o temor, entonces estas cosas se usan de una forma incorrecta. De manera que no es que tengamos que renunciar a una cosa en particular sino a nuestra forma de pensar acerca de ella. Renunciar a nuestros pensamientos es algo aún más difícil; es mucho más sutil, ya que nuestros pensamientos son algo intrínseco a nuestro ser. Creamos nuestras jaulas, a través de los pensamientos y deseos. Esos deseos crean necesidades y dependencias, y estas dan por resultado el desequilibrio. Una persona verdaderamente libre ha eliminado de su vida los patrones destructivos. La libertad significa vivir en paz, ser totalmente no violentos. No es necesario ser una santo o un sabio para lograr esto; solo es necesario ser un ser humano verdadero.Un ser humano llega a ser auténtico mediante la interacción con el único que es la Verdad. Esta interacción eleva la conciencia al estado natural de la pureza. La pureza es la expresión del alma a través de la materia de manera armoniosa y no violenta.
Extracto del libro: El punto Alfa / Anthony Strano