Un amigo lo es para siempre, cuando necesitamos apoyo o compartir un momento de alegría. Un amigo está siempre presente, en buenos o malos momentos, siempre dispuesto a compartir, a servir, a escuchar o simplemente a estar ahí.
Cada palabra confidencial confiada a un amigo es sagrada y está sellada para los ojos u oídos de otros. Absolutamente nada inducirá al amigo a traicionar la confianza del otro. La confianza es una alianza entre dos corazones que han aprendido a través de la experiencia que dicha alianza nunca puede romperse o traicionarse.
Dios es el amigo más digno de confianza. Desafortunadamente se ha perdido la experiencia de la amistad de Dios. Muy a menudo se nos presenta la imagen de Dios sólo como el Padre y el Juez. Esta imagen no está equilibrada ni es en absoluto verdadera, ya que Dios es nuestro Amigo personal y su amistad impregna todas nuestras otras relaciones con Él. Cada momento es una oportunidad para relacionarnos con Él y abrir nuestro corazón a Su amor único e incondicional que nos capacita a perdonar, amar y comprender a los demás con facilidad.