Fe y victoria. Fe en las capacidades del alma, en su fuerza, en su intelecto, en que puede superarlo todo.
Y como consecuencia: la dulzura de la Victoria. No hay poder en sólo saber, hay que experimentar, practicar, hacer algo práctico y beneficioso. El pensamiento es la semilla y si la semilla es poderosa, lo serán también las palabras, las acciones y las relaciones.
Cada momento, cada segundo se hace significativo cuando se vive lo que se aprende.