En un mundo de tantas tensiones, es posible disfrutar la paz y la tranquilidad internas.
Si me mantengo atento a las prioridades de mi desarrollo espiritual y veo claramente que mi resistencia interna es mucho más fuerte que las presiones que me están cercando, puedo aprender a vivir en paz.
Debo prestar atención a tres aspectos:
- Pensamientos: deben ser lo más positivos y ligeros posible, para que el intelecto pueda recibir informaciones más objetivas. Así, el trabajo de juzgar y discernir se hace más fácil.
- Palabras:son las responsables de crear un clima de armonía o de conflicto. La elección de cada una de ellas es mía.
- Acciones: si hay orden, precisión y tranquilidad en el momento de actuar, la tensión de la desconfianza desaparece.