La felicidad es un estado de conciencia

Un Intelecto Claro es un Intelecto Puro

El intelecto, tal como los órganos del cuerpo, es una parte del alma. Está sujeto a crecimiento, expansión, tiene la capacidad para analizar y discernir, sin embargo también podemos contaminarlo e influirlo, entonces, el intelecto no podrá decidir con sabiduría si se encuentra bajo alguna influencia, como la del apego o el ego, debe ser tratado con respeto y cuidadosa atención.

La claridad del intelecto depende de la pureza de los pensamientos con que se alimenta.

Todos los seres humanos tenemos, entre otras, tres características comunes: conciencia, relaciones y creatividad. La conciencia nos permite darnos cuenta de lo que efectivamente somos. La creatividad es la expresión de nuestro intelecto e imaginación.

El propósito de la vida, puede ser visto entonces como la vida misma: conocimiento, relación y expresión. Si logramos expresar cada una de las manifestaciones del ser desde su esencia, es decir, desde lo más profundo del alma, seremos sabios, seremos creativos y tendremos relaciones humanas de calidad.

Cuando logramos sentir plenamente nuestras cualidades naturales de amor, paz y felicidad, podremos entregar, a través de nuestras relaciones, toda la energía de nuestro espíritu. De ese modo, al dar, no esperamos nada a cambio y permaneceremos en armonía con todo, con todos y con nosotros mismos. Cuando damos en la conciencia de ser sólo seres corporales y olvidamos nuestra esencia, nos identificamos con nuestros sentidos, y entonces el dar se transforma en tomar y el recibir en desear y necesitar. Esto transforma la calidad de la acción en egoísmo, y la interacción cambia de lo incondicional a la dependencia. Y si no recibimos lo que esperamos, surge el resentimiento y la violencia. Cuando muchos seres humanos nos reunimos en ésta conciencia, el resultado es la guerra. Y guerra es dolor y sufrimiento. A pesar de ser estas experiencias reales, no constituyen el propósito de la vida. Porque el propósito de la vida es la vida misma. Es crear vida y no muerte.

La felicidad es un estado de conciencia, que al igual que el humor, se acompaña de un cierto desapego y de una cierta inteligencia para permanecer en la esencia y observar lo secundario desde lejos, con una mirada entretenida e indulgente.

La felicidad es una historia íntima que pertenece a cada uno y que ocasionalmente puede ser jugada en compañía de los demás. Es una vivencia que se nos ofrece con la condición de desearla, elegirla y finalmente vivirla, bajo una mirada alerta que nos permita mantener en la mente que las dificultades y los obstáculos de cada día pueden ser la oportunidad para sacar alguna enseñanza de ello, haciendo de la vida un juego.

La mente y el cuerpo son dos tipos de energía. Uno de ellos (la mente) controla los movimientos del otro. Sin embargo, frecuentemente olvidamos esta diferencia y confundimos lo que somos con lo que hacemos, somos una forma sutil de energía, somos, esencialmente, seres espirituales. Lo que hacemos, constituye nuestros roles, nuestra acción (padre, esposo, trabajadores, amigos). Al observarnos podemos ver que gastamos mucho tiempo y dinero cuidando de nuestro cuerpo, pero muy poco tiempo cuidando de nuestras mentes. Al mantener la conciencia de lo que somos, estaremos cuidando nuestras mentes, nuestros pensamientos e intenciones así, nos proyectamos en el mundo de la acción manifestando lo mejor de nosotros y esa es la clave para mejorar nuestro mundo.

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