Hay dos caras de la misma moneda; una persona que desea vivir plenamente como ser humano necesita entender que la existencia de la propia individualidad, con su carácter único, debe ser reconocida como tal, tanto como la existencia de lo colectivo. Uno no puede existir sin los demás.
Los individuos que están desarrollando su espiritualidad tienen claro su valor personal. Reconocen su carácter único sin ninguna falsa humildad y tienen la sensación de que son libres de ser cualquier cosa que quieran ser. Simultáneamente, su sentido de la independencia personal les permite estar cerca de los demás y trabajar con ellos. Su independencia no es egoísta. Intiman con los demás porque han encontrado la plenitud en su propio yo.
Alguien que verdaderamente haya encontrado el valor del yo por encima y más allá de las etiquetas, el nombre, la fama y la aprobación, puede cooperar efectivamente en la colectividad e interactuar adecuadamente. Estas personas no sólo sienten que forman parte del todo sino que, lo que es aún más significativo, el colectivo siente que ellos forman parte del todo.
Extracto del libro: Pensamiento oriental para la mente de occidente – Anthony Strano