La importancia de la Alegría

Alegría es cuando la cumbre de la montaña parece estar cerca. Cuando estás dando los últimos pasos para llegar a ella. Es la experiencia única de la víspera de una ocasión especial, de los últimos momentos. Es cuando se ha pasado por tantas cosas, y lo que queda para conseguirlo es poco, y ese poco es fácil; si entonces se volvieses atrás, todo se perdería. La alegría es el esplendor de ser libre hasta de tener que elegir, porque todo lo que uno ha hecho hasta ese momento ha determinado el futuro. Entonces, ¿cómo podemos ser alegres cuando nos queda tanto por recorrer?
Es una cuestión de claridad y convicción. Primero, es necesario ser capaz de ver más allá del presente, tener tal visión, que se pueda percibir un buen futuro, no tan sólo para uno mismo, sino también para todas las cosas. Necesitas sentir en tu intimidad que todo el movimiento de la vida corre en dirección hacia el bien, que todas las montañas tienen valles y las estaciones un verano. Entonces, necesitas vivir eso, o la alegría será sólo un alarde ante la desesperación.

La alegría en su forma verdadera, se conquista; hay trabajar para conseguirla, eliminando toda la suciedad que puedas vislumbrar en el interior. Para esto necesitas saber cómo aislar las debilidades y así evitar entren hasta el resto de tu vida. Las personas hablan de ser «íntegros», pero necesitamos ser expertos en superar sus grietas hasta el final, para que los ojos siempre bailen, incluso, cuando nuestros pies se estén arrastrando. Es una cuestión de amar la vida.

Alegría es no sentir nunca vergüenza, no más de la que sentirías al ensuciar tus manos con pintura mientras das las últimas pinceladas. La alegría hace que todos te quieran, porque ellos perciben tu victoria en el futuro. Pero no es una victoria fría o solitaria, porque las huellas para que los otros sigan son el barro en tus botas.

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