La verdadera amistad

Es probable que la amistad sea la más valiosa de todas las relaciones, puesto que un amigo lo es por nuestra propia voluntad.

Amistad es que dos iguales se reúnen; incluso si poseen diferentes habilidades o posiciones, o desempeñan diferentes papeles. Existe una visión de igualdad que no permite ningún sentimiento ya sea de superioridad o inferioridad. Esta igualdad de visión permite una mutua y completa aceptación. Ya que la visión es ilimitada, siempre es la verdadera bondad del otro la que delimita su realidad. Las debilidades se consideran algo ajeno que, a su debido momento, se alejarán.

Con un amigo uno no tiene que probar nada, ya que él nos ama y acepta por lo que somos, y lo que somos es suficiente. No hay necesidad de ningún logro especial; todo lo que el amigo pide es que seamos auténticos. Un amigo, lo es para siempre, en buenos o malos momentos.

Los amigos siempre sienten una mutua y profunda cercanía, incluso si físicamente están separados. Su mutua empatía es la base de su comunicación; algo más que hablar, la habilidad de escuchar los sentimientos de la otra persona, de sintonizar con el otro ser, una comunicación verdadera que permite la interacción más pura ya que es como un espejo de claridad en el que nada puede permanecer oscuro.

Cada palabra confidencial confiada a un amigo es sagrada y está sellada para los ojos u oídos de otros. La confianza es una alianza entre dos corazones que nunca puede romperse o traicionarse; disipa todo temor de ser maltratado o abandonado.

La verdadera amistad implica respeto y cooperación. Una verdadera amistad, en especial la de Dios, es una bendición para la eternidad.

Extracto del libro: El punto Alfa  / Anthoy Strano

Bajo la luz de Dios

En el interior del silencio me encuentro y encuentro a Dios; es mi compañero en la transformación. En el silencio recibo fortaleza de Él y eso me inspira a avanzar. Si conservo la valentía de hacer nuevos movimientos en mi vida, Su respuesta es ilimitada. En la India se dice ‘Cuando doy un paso de valentía, Dios me da mil pasos de ayuda’.

La fe de Dios en mí me permite recuperar la propia fe. Cuando me veo a través de Sus ojos, veo mi futuro muy brillante, mi presente como la oportunidad más valiosa y mi pasado como mi mayor aprendizaje. Desde el punto de vista de la eternidad todo es como debería ser. No hay lamentaciones, solo la inspiración para cambiar a mejor, mi potencial es ilimitado.

Que alguien crea en mí de este modo me hace sentir plenitud y, también, un gran agradecimiento porque estos sentimientos puros provienen de otro ser hacia mí.

Este abrazo desinteresado nos otorga el poder de comprender al ser y, sobre todo, a los demás. Entonces ya no vemos las debilidades. Nos parece que cualquier defecto puede curarse y que cualquier obstáculo es simplemente un peldaño más de la escalera.

Todo es un juego. En cuanto conocemos un poco las normas básicas, cualquiera de nosotros puede ganar. No hace falta tener un título, un estatus social concreto, una nacionalidad o una religión; basta con tener un corazón honesto que florezca bajo la luz de Dios.

Extracto del libro:   Sentirse en plenitud  / Dadi Janki

Cambio…es crecimiento

La travesía de la vida está llena de cambios. La vida es cambio, movimiento y crecimiento. Cuando estoy en medio de un vendaval de cambios e inconstancia, debo fijar la mirada interior en la calma y la estabilidad.

Esto me dará la fuerza interna para afrontar las situaciones nuevas y diferentes que nos sobrevienen, y nos servirá de sustento para pensar con claridad y tomar decisiones apropiadas. Con firmeza me sostengo de las verdades espirituales, eternas e inmutables, soy un alma, soy luz inmortal y plena de cualidades, con esta conciencia no necesito resistirme al cambio y puedo aceptarlo. Tal vez sea una señal de que ha llegado el momento y una llamada para despertar. Después de todo, el camino a la virtud es un sendero de cambios, un sendero de transformación interior y crecimiento personal.

Recuerda cambiar de rol

Hemos aprendido desde niños a vestir nuestro cuerpo para la ocasión, pero no nuestra mente. Muchos suelen preparar desde la noche anterior las prendas que van a usar al otro día, puede ser una o varias mudas de ropa, dependiendo de las actividades que realicen: gimnasio, natación, oficina, fiesta, etc.  Siempre tratamos, en lo posible, que nuestra vestimenta sea coherente con el rol que estamos desempeñando, por eso a veces nos debemos cambiar varias veces al día. ¿Qué pasaría si olvidáramos cambiarnos y llegáramos en  pijama a la universidad, oficina o a alguna cita fuera de casa? Sería embarazoso, pero sobretodo, estresante. Eso sucede a diario con nuestra mente debido a que no hemos aprendido a cambiarla de vestido a tiempo.

Una gran parte de nuestro estrés proviene de la cantidad de roles que desempeñamos a diario y aunque en apariencia estemos preparados, nuestra mente no lo está. Tener buena memoria no es suficiente para recordar todo lo que debemos hacer en un día, es por eso que muchos utilizamos agenda, bien sea física o virtual; podemos detallar las actividades, programar recordatorios y también hay quienes prefieren delegar esa responsabilidad a su secretaria. Sin embargo, es evidente que así tengamos secretaria o una agenda perfectamente programada, el estrés parece programarse también y llegar antes que nosotros a las citas.

Aprender a cambiar de rol en mi mente, significa ser consciente del papel que estoy desempeñando en este preciso momento, dejar de lado aquel que tenía hace un rato o el que debo asumir más adelante. Este aprendizaje exige práctica y paciencia pero su resultado es inmediato: se reduce el estrés.

Para esta semana te invitamos a realizar tres ejercicios:

1.      A través de la meditación, empieza el día programando tu agenda mental. Experimenta de antemano el estado ideal que vas a tener frente a las distintas actividades que desarrolles. Por ejemplo: si debes hacer filas, experimenta la paciencia; si vas a conducir, experimenta cordialidad o paz. Conéctate con lo profundo de tu ser y prepara el mejor vestido de virtudes para tu día.

2.      Durante el día no te quedes rezagado en el rol anterior: si en el trabajo eres jefe, no lo sigas siendo mientras conduces, recuerda que eres conductor igual que los demás. Al llegar a casa no sigas siendo conductor, empieza a ser vecino, hermano, hija, madre, padre, etc. Reduce el rezago y reducirás el estrés.

3.      Termina tu día. Justo antes de dormir, pon pijama la mente: quítate de encima todas las situaciones del día “prenda por prenda” y descansa en la paz, el amor y la felicidad de tu ser.

Ideas compartidas por Julián Forero, arquitecto de 33 años que vive en Bogotá, Colombia.

Fuente de la Imagen: Julián Forero.

Un profundo secreto…la paz es mi derecho eterno

Necesitamos entender la importancia de perdonar y olvidar. Tenemos que darnos cuenta del profundo secreto relacionado con el acto de perdonar y olvidar.

Alguien realizó el crimen o el delito: Me faltó al respeto, o peor, me engañó, traicionó mi confianza, etcétera. Sí, ése es un hecho incuestionable. Ahora bien, durante todo el tiempo que mantengo vivo el dolor que me produjo y alimento sentimientos de resentimiento, en realidad me estoy castigando a mí mismo. No sólo sufrí la situación, sino que la mantengo viva en la conciencia, así como los sentimientos y las emociones que me produjo.

Esto es incompatible con vivir la paz. La paz es mi derecho natural, pero implica una serie de responsabilidades, y una de ellas es que no me puedo dar el permiso de mantener sentimientos tóxicos en mi corazón.

Perdonar es una decisión consciente y llena de determinación. Perdonar y olvidar. No sólo voy a cancelar la “cuenta pendiente”, sino que voy a borrar esos registros con la goma de la determinación. Es decir, perdonar no es sólo un buen deseo, un buen sentimiento o una esperanza. Es un acto interno lleno de decisión y valentía.

Perdonar es un signo de sabiduría. Aprender a poner un punto final en nuestra mente y nuestro corazón, con el entendimiento de que es el mejor regalo que nos podemos dar a nosotros mismos y a los demás, un acto de generosidad.

Extracto del libro:  Arquitectura de la calma  · Vicenç Alujas y Guillermo Simó

Paciencia y desapego… todo a su tiempo

Algunas veces estamos demasiado apresurados al tratar de hacer que las cosas sucedan rápidamente o para lograr el resultado que queremos, cuando todas las señales en nuestra vida nos están diciendo que seamos pacientes y que «esperemos y veamos los resultados». A veces es mejor permitir que las escenas se desarrollen en su propio tiempo.

Realmente no tiene sentido quejarse, no nos lleva a ninguna parte. Si puedes arreglarlo, ¡entonces arréglalo!

Si no, entonces aprende a desapegarte.

Si tampoco puedes hacer eso, entonces aprende a soltarlo. Ten en cuenta que la razón por la que te quejas es que piensas que puede haber un mejor resultado, así que concéntrate en eso, dejando ir lo que no funciona.

Que es en profundidad el desapego y su importancia en nuestra vida

Para nuestra mentalidad condicionada tal vez parezca una paradoja, pero es una verdad espiritual básica que para amar es necesario estar desapegado.
El apego es la raíz del temor, y el temor y el amor no pueden coexistir, así como el día y la noche, el verano y el invierno, el calor y el frío no pueden existir al mismo tiempo como uno y otro.
Preocupación, ansiedad y tensión son las formas de temor más comunes. Aparecen siempre a partir de una forma de apego y no sólo vacían de energía nuestra conciencia, sino que, con el paso del tiempo, envenenan nuestras relaciones.
Donde quiera que encontremos que la energía negativa de esas emociones aparece en nuestra vida, la solución siempre es el desapego. Para superar el temor a la pérdida que se asocia a él, es de mucha ayuda alimentar la verdad de que la posesión es un espejismo.
Desde un punto de vista puramente espiritual, no es posible poseer nada: todo va y viene; en la vida todo llega para pasar.
En realidad, la felicidad es algo que sentimos cuando ponemos nuestro corazón en algo y cuando nuestra intención es dar, no recibir. Si nuestro corazón está apegado a algo, si depende de algo o de alguien, será imposible experimentar verdadera felicidad.
Cualquier cosa a la que nuestro corazón esté apegado impedirá que nuestra energía fluya hacia el exterior. El flujo de nuestra energía debe ir de dentro hacia fuera, no al revés.

Extracto del libro:   A la luz de la meditación – MIKE GEORGE

Dar la bienvenida a la diferencia

La tolerancia es una energía positiva que adquirimos sobre todo cuando sabemos cuáles son nuestros objetivos en la vida y estamos satisfechos y plenos con ellos. Entonces damos la bienvenida a la diferencia en lugar de enfadarnos o asustarnos. Cuando tenemos una buena relación con nosotros mismos y todo funciona bien, tenemos el poder de estar abiertos y ser integradores.

La verdadera tolerancia consiste en respetar y aceptar la diferencia. Significa frenar cualquier expectativa de que las personas y las situaciones sean como queremos que sean. Exige que nos demos cuenta de que no necesitamos controlar a nadie ni las circunstancias para que las cosas vayan bien y que el tiempo, la intención y otros factores desempeñan un papel importante en la vida. En cuanto comprendamos esto, podremos ser tolerantes de verdad.

Extracto del libro:   La búsqueda del bienestar  – Anthony Strano

Observar y desapegarse una actitud que me ayuda a la estabilidad

Frente al conflicto ¿qué actitud tomar?
Si cedo demasiado, tengo sentimiento de represión, si me impongo demasiado, existe el peligro de dominar.
Intento elevarme, y mirarlo todo desde allí. Observar, en lugar de engancharme en una lucha.
Al observar, me separo, y surge la claridad. Los problemas tienden a desaparecer.
Desde ese ángulo comprendo que nadie es “malo” o “bueno”. Este desapego crea entendimiento y compasión.
Encuentro el equilibrio, no tomo partido, permanezco imparcial.
Cederé sin reprimirme y afirmaré sin dominar.

Extracto del libro: Los 4 movimientos naturales – Anthony Strano

La importancia de cambiar hoy…y no dejar nada para después

La llamada “voz de la conciencia” se origina en las profundidades del ser, donde están registradas las cualidades más básicas y naturales.
La pureza y el poder espiritual originales intentan proteger al ser de su propia obstinación. El impulso de querer ser mejor o de hacer el bien surge de esa esencia divina individual. La propia alma sabe por intuición que su estado natural era poderoso y puro y que, con el paso del tiempo, fue perdiendo progresivamente el acceso a ese estado. Las características originales fueron enterradas tan hondo que, en la mayor parte de nosotros, esa voz interna apenas es un gemido.
Al enfrentarse a malos hábitos, tendencias, credos, informaciones y valores actuales, muchos de ellos contrarios al sentido original, la conciencia tiene poca o ninguna influencia sobre la dirección que el ser toma.
Inventamos tantas excusas diariamente, y con tanta facilidad, que no lo pensamos dos veces a la hora de argumentar razones para cubrir alguna deficiencia del ser. Puede deberse al miedo a que nos critiquen o a perder nuestra imagen que usamos excusas para esconder debilidades. Puede que incluso sea simple pereza de emprender un cambio positivo.
Y, entonces, la vida pasa inexorablemente, días tras día, y las medidas que podrían hacer más fácil y agradable mi viaje son ignoradas por la ilusión de que, en algún día especial del futuro, me sentiré fuerte y haré algo al respecto. Me olvido de que el mañana es el fruto de las semillas que plante hoy. Si no actúo hoy, es probable que no lo haga mañana.

Extracto del libro: La última frontera- Ken O’Donnell