Amistad es que dos iguales se reúnen; incluso si poseen diferentes habilidades o posiciones, o desempeñan diferentes papeles. Existe una visión de igualdad que no permite ningún sentimiento ya sea de superioridad o inferioridad. Esta igualdad de visión permite una mutua y completa aceptación. Ya que la visión es ilimitada, siempre es la verdadera bondad del otro la que delimita su realidad. Las debilidades se consideran algo ajeno que, a su debido momento, se alejarán.
Con un amigo uno no tiene que probar nada, ya que él nos ama y acepta por lo que somos, y lo que somos es suficiente. No hay necesidad de ningún logro especial; todo lo que el amigo pide es que seamos auténticos. Un amigo, lo es para siempre, en buenos o malos momentos.
Los amigos siempre sienten una mutua y profunda cercanía, incluso si físicamente están separados. Su mutua empatía es la base de su comunicación; algo más que hablar, la habilidad de escuchar los sentimientos de la otra persona, de sintonizar con el otro ser, una comunicación verdadera que permite la interacción más pura ya que es como un espejo de claridad en el que nada puede permanecer oscuro.
Cada palabra confidencial confiada a un amigo es sagrada y está sellada para los ojos u oídos de otros. La confianza es una alianza entre dos corazones que nunca puede romperse o traicionarse; disipa todo temor de ser maltratado o abandonado.
La verdadera amistad implica respeto y cooperación. Una verdadera amistad, en especial la de Dios, es una bendición para la eternidad.